¿Sinceramente?
Decepcionante.
Y creo que tengo derecho a decirlo. Hay ciertos maestros que escriben tan bien que nos dan a comer cualquier cosa. Es lo primero que leo de Modiano. Interesa al principio porque la dudosa irrealidad siempre interesa. A mí, quiero decir. La irrupción del sueño en la realidad, la fisura que nos hace dudar de nuestra mente, ahí donde está lo real. Pero no divago: se alarga demasiado la búsqueda por las calles de París de una realidad en la que el protagonista pueda asentar los pies, pueda dejar de creer que es, él, un sueño como lo es el mundo, ese enigma que desvelar. Pasado y presente se confunden en esta búsqueda detectivesca y los lugares y las personas se confunden porque nada ni nadie tiene la suficiente entidad. Excepto ella. La mujer realidad hogar tierra.
He exagerado. No es un coñazo. Sólo irrita que la peripecia onírica sea tan larga y la resolución tan sencilla. Y es que el sueño, como el erotismo, mejor en dosis pequeñas: temblores contra un fondo estable.